- ¿Cómo estás hoy YooChum? –
JunSu, Aquel risueño chico de cabellos claros le preguntaba al muchacho que se
encontraba sentado sobre el césped de aquella colina.
Tomó asiento a su lado sin
recibir más respuesta que una sincera sonrisa. Aquel era un frío día de otoño.
Ahí, en la soledad de aquel lugar, JunSu sintió el dolor que comenzaba a
despertar en su interior. Percibía la fría y angustiante sensación que le
transmitía el momento.
Observó el rostro de ése chico
que había sido la fuente de su felicidad por años, ése que le había hecho
comprender el verdadero significado del amor, un amor sincero y libre, sin
exigencias, sin resentimientos, uno de esos amores que tan sólo unos pocos
seres afortunados pueden llegar a conocer en la vida.
- Vengo a despedirme – Soltó aquellas
palabras como si se tratase de un suspiro. Como si fuese una frase que había
guardado dentro de su corazón por mucho tiempo.
Miró de reojo a aquel chico, YooChun.
Ahí estaba él, mirándole con esos ojos que le transmitían una paz infinita. A
su lado siempre podía sentir la tranquilidad que le hacía falta.
- Te extraño tanto – Declaró comenzando a liberar una parte de sí mismo. - Fui capaz de soportarlo todo este tiempo porque
eres tú, porque eres tú a quien amo… ante mis ojos siempre fuiste tú y sólo tú –
Sonrió sintiendo la pesadez de su expresión.
El rostro del chico que tenía en
frente era tan pacífico, tan eterno, tan hermoso. Sentía que se perdía en su
mirada.
- Si estuvieras en mi lugar creo
que podrías entenderme, pero me alegra que no seas tú el que sienta esto. No
sabes cuánto duele – Sus ojos repletos de lágrimas le impedían ver con claridad
la imagen del hombre al que amaba. - Nunca imaginé que los sentimientos podrían
doler de esta forma. Es tan real… de verdad me lastima… - Su débil y gentil sollozo acompañaba cada
una de sus palabras. Desvió la mirada y acercó una mano hasta su pecho. Notó el
temblor que envolvía a su cuerpo.
- Hoy me reuniré con un chico, es
mi primera cita en años – Rió al notar la estupidez de sus palabras. Sus manos
temblaban demasiado, era como si lucharan por aferrarse a la imagen del chico
que le acompañaba. - ¿No te molesta verdad? – Le miró sin ser capaz de detener
sus lágrimas.
La hermosa sonrisa que le dedicó
aquel pelinegro logró estremecerle. Aquella pregunta no tenía sentido, YooChun
le había enseñado que amar no era sinónimo de poseer.
- No puedo prometerte que serás
mi único amor por siempre – Murmuró al cerrar sus ojos y permitir que el viento
se llevara consigo parte de su desconsuelo. – No puedo prometerte que te
recordaré todos los días, sin falta – Agregó sin poder controlar el temblor de
su voz. Se odiaba a sí mismo por decir aquello en voz alta pero debía hacerlo,
por su propio bien debía decirlo. – Pero sí te puedo prometer que eres y serás
siempre mi primer amor – Volvió a mirarle y le dedicó una de esas sonrisas que
tan sólo YooChun podía robarle.
Ahí estaban ambos, observándose
el uno al otro en silencio. YooChun no había dejado de sonreír en ningún
momento.
- Adiós, YooChun – Afirmó aquel
chico sin poder contener sus lágrimas. Sintió el vació de aquellas palabras,
percibió la dificultosa soledad que acarreaban consigo.
La imagen de aquel YooChun
sonriente se desvaneció poco a poco frente a sus ojos hasta que no quedó rastro
alguno de su presencia.
- Adiós – Repitió al levantarse y
observar aquella lápida para leer ese
nombre por última vez – YooChun.
tan triste y corto.
ResponderEliminarpero me encanto ; ; ♥
hhh¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ es tan profundo,,,tn trite ¡¡¡¡¡¡¡
Eliminaratt: aono